Al patrón mayor de O Grove, Antonio Otero, la centolla le encanta. «Está boa, moi boa, nunca te aburres de comela», dice con una carcajada. Pero estas Navidades parece que el rey del marisco no tendrá sitio en la mesa del responsable del barco Chapeliño, uno de los que desde el mes de noviembre sale a la caza y captura del crustáceo que ha hecho famoso al puerto meco. «Dos seis mariñeiros que andamos nel, non creo que haxa ningún que vaia comelo, a non ser que o conxelase, claro», explica este veterano marinero. El crustáceo se escapa del menú y hace bueno aquello de que, en casa del herrero, cuchillo de palo. «E que este ano vai moi caro, e máis caro vai ir aínda».
Los números le dan la razón: en la lonja de O Grove la centolla lleva más de una semana encaramada por encima de los treinta euros. «E aínda vai subir», explican desde el Chapeliño. No habla Antonio Otero por hablar. Desde que arrancó diciembre, el mar está tranquilo, el viento sopla del Norte y hace frío. A la centolla, esta suma de factores la empuja a meterse en sus escondites y a no mover ni una de sus largas patas. Así que pescarla es complicado y comprarla, caro.
Que los precios se disparen así no es una buena noticia para la flota, que cambiaría más capturas por unos precios menos brillantes. Pero es lo que hay. «O importante é que haxa marisco para vender. Habendo vendas, xa nos encargaremos nós de poñer outra cousa na mesa», dice. «Nós, por sorte ou por desgraza, comemos centola moitas veces… Se hai que pasar sen ela nestes días pásase, e xa volveremos comela cando pase o día de Reis». Aún así, Antonio, socio fundador de la cofradía gastronómica O Centolo Larpeiro -el nombre lo dice todo-, confiesa que tal vez se pueda hacer un apaño para saborear aunque solo sea una pata de centolla. «Home, igual algunha desas pezas… digamos que de segunda», explica.
Publicado por La Voz de Galicia, el 14 de diciembre de 2014. (Redacción Rosa Estévez, Fotografía Mónica Irago)